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Jess Martín

Milagros de Navidad

Aunque por instagram ya estrené la Navidad, la primera publicación navideña del blog quería que fuese especial.


¿Creéis en los milagros de Navidad? Yo hasta el año pasado no, pero la magia de la Navidad llega a todos los rincones y abarca todos los ámbitos de las creencias humanas, así que el año pasado, ocurrió mi primer milagro de Navidad y os lo quiero contar:


Mis fieles lectoras ya sabéis lo mucho que me gusta la Navidad, la magia que desprende esta época del año para mí y lo que me flipa todo lo navideño (ojalá fuese Navidad siempre). Así, que todos los años en esta fecha me dejo poseer por el espíritu navideño y que sea él quien me guíe.


En Navidad no hay excusas, aprovechamos para hacer visitas obligadas a amigos que durante el resto del año vemos menos de lo que nos gustaría, la dieta se va un poco al carajo y todo, absolutamente todo, es susceptible de ser mágico. Así, que en mi costumbre de reunirme sí o sí con la gente que me importa, el año pasado una amiga tan enamorada de la navidad como yo y que es mamá y pediatra emprendedora de dos preciosidades, tuvo el plan genial de hacer cosas de Navidad, y para ello, fuimos a Fuengirola a visitar a los Reyes Magos.


En nuestro paseo, me despisté y dejé el bolso justo en un banco que hay frente a la puerta de Bioparc, tal fue el despiste que ni siquiera lo eché de menos hasta media hora después, cuando ya estábamos bastante lejos de esa zona. Dentro del bolso llevábamos toda nuestra documentación, tarjetas bancarias, documentación de los perretes, pañales de Rubén y la insulina del padre de dragones. Os podéis imaginar que con mi vena intensa de drama queen, cuando me di cuenta para mí se estaba acabando el mundo ¿cómo iba a continuar mi vida después de ese momento? (ya os he dicho que la intensidad vive en mí).


Sin dudarlo, el padre de dragones emprendió una carrera digna de cualquier atleta hacia el banquito en cuestión, aunque ya todos los presentes dábamos por perdido el bolso y todo lo que contenía. Al rato, apareció él, y apareció el bolso, a lo que mi amiga afirmó ¡eso es un milagro de Navidad!


Y sí que lo era, y en ese momento me di cuenta que la magia de la Navidad es más grande y poderosa de lo que pensamos, ya que en un lugar lleno de gente, donde pasa todo el mundo ¿qué probabilidades había de que nadie cogiese el bolso? El milagro de Navidad se lo debo a una pareja que pasaba por alí, vio el bolso, y emprendió la búsqueda de la propietaria, preguntando a la gente que pasaba, inlcuso llegaron a llamar a la policía para saber si ellos se hacían cargo de encontrarme.


Después de esta escueta anécdota os puedo asegurar que sí, los milagros navideños existen y la bondad de la raza humana también.


Nunca dejéis de creer en la magia.

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