¿No tenéis a veces esa sensación de que vuestra vida se derrumba? Esa sensación que te confirma que hay sueños que nunca se van a cumplir, metas que nunca vas a alcanzar, por más que te esfuerces... Yo últimamente, constantemente.
Hoy, mientras conducía camino a casa, viendo como las gotas de lluvia morían contra el cristal de un coche, me di cuenta, de que yo soy como una de esas gotas de lluvia, como ellas, yo me tiro así, al vacío, con la primera visión de futuro que me parece correcta, o que me da una ilusión de utópica felicidad y así, hoy, he terminado yendo a morir al cristal de algún coche que pasaba.
La sobredosis de realidad que he consumido hoy ha sido tal, que me he quedado hasta sin habla; y es que jode mucho (sí, he dicho "jode") ser consciente de que tu vida tal y como la quieres nunca la vas a poder vivir. Y con esas, me he decidido a renunciar a esa parte de mí que tanto quería, dejarla en el baúl de las historias que nunca suceden, cerrar un cajón de recuerdos que no se van a vivir y creedme, si os digo, que eso ha supuesto tal shock en mí, que ni reaccionar sé.
Y es que tenía muchas ilusiones puestas en este año, y tenía muchas ganas de que pasara pero he asimilado que hay sueños que nunca se van a convertir en planes, que a veces, los caminos tienden a bifurcarse y hay que elegir...
Me siento como el barquito de la canción, ese que no podía navegar, y me imagino flotando en una nada constante y sin sentido; porque sé que en mi caso, siempre iré a la deriva...
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