Sabéis que tengo muchos demonios conviviendo en mí, pero hoy, os voy a hablar de uno en particular.
Hay un demonio dentro de mí que no se comporta como los demás, que a pesar de ser uno de mis muchos "alter ego" a penas lo conozco ni consigo controlarlo.
Este demonio habita en mí, silencioso y en la sombra, esperando el momento de un buen ataque, porque, este demonio, es de los que hacen daño. Vive en un rincón apartado de mi psique, donde no pueda encontrarlo a menos que él quiera dejarse ver y eso, me perturba.
Este demonio es un ser oscuro y me da miedo, mucho; no conozco sus intenciones y casi nunca oigo hablar de él a los otros demonios, que tampoco saben muy bien de "qué pie cojea". Este ser oscuro me transmite tristeza cuando aparece, me dan miedo sus ojos y su forma de dirigirse a mí.
Mi ser oscuro solo aparece cuando ve que lo estoy olvidando, que ya no lo busco o que he dejado de necesitarlo. Mi ser oscuro, se agazapa antes de atacar para que así el daño sea más efectivo. Me cuenta que hay un mundo, un mundo a mi medida, donde debo ir, un mundo creado para mí, que no es éste. Y os prometo que suena muy tentador.
Mi ser oscuro me agarra de la mano y tira, con fuerza, sin dejar de embelesarme con esas maravillas que voy a encontrar en el nuevo mundo, en MI nuevo mundo. Pero en ese momento son otros los demonios que tiran de mí en dirección contraria, unos demonios que me susurran que aún no es el momento, que tengo que esperar.
Mi ser oscuro es fuerte, pero me da miedo, y me da miedo pensar que algún día no tendré la fortaleza necesaria para resistirme, me da miedo sucumbir a sus encantos, me da miedo adentrarme en ese nuevo mundo para mí que me promete. Porque mi razón me dice que la oscuridad no trae felicidad, pero qué tentador suena cuando la luz lo único que deja son rescoldos de una vida que pasa, que no es vivida...
Mi ser oscuro sabe mucho de eso, porque observa desde su rincón, preparando el terreno para el día en que decida ir con él...
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