Solemos asociar la palabra maternidad, con la vida que comienza después del parto, pero bajo mi punto de vista no es así, sino que la maternidad se instala en nuestra vida justo cuando el test de embarazo nos indica que una nueva vida se forma en nuestro interior. Ahí comienza la maternidad. Sabernos creadoras de una vida que más tarde tendremos que cuidar y proteger nos hace verdaderas embajadoras de la maternidad. Maternamos incluso desde antes de saber que lo estamos haciendo, y así, desde que sabemos que nuestra panza crecerá hasta límites insospechados, nos vamos convirtiendo en madres. Hoy, con todas vosotras: el comienzo de mi embarazo. Mi embarazo fue buscado pero no esperado; aún así, cuando leí la palabra EMBARAZADA en el test, no pude ser más feliz. Al mismo tiempo el miedo se iba apoderando de mi cuerpo y de mi mente, para ya convivir conmigo, supongo, que hasta el fin de los tiempos. A día de hoy y casi tres años después del nacimiento de Rubén, me da pena darme cuenta de que no disfruté lo suficiente de uno de los momentos más mágicos que he podido vivir. Me da pena no haber saboreado cada segundo, cada patada, cada noche sin dormir, etc. Y es que, sin duda alguna, un embarazo es MAGIA. Sin saber cómo, fui formando una vida en mi interior, una vida que crecía y se movía, una vida que vivía dentro de mí, que se alimentaba de mí y así, sin saber cómo, me enamoré de alguien que jamás había visto, pero que sabía que iba a querer toda mi vida. Sin saber cómo, mi parte más animal, mis instintos más puros, fueron tomando el control y así, sin saber cómo, no necesitaba nada más par saber que todo iba a salir bien. Y así, sin saber cómo, fui capaz de hacer MAGIA.
Jess Martín
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