Con motivo de la #semanamundialdelalactanciamaterna y teniendo en cuenta que, debido al recopilatorio de publicaciones antiguas que os hice vía historias de instagram hace unos días, sois muchas las que me habéis preguntado ¿cómo lo hice yo? He decidido hacer esta nueva publicación.
Así que aquí me tenéis, yo, que sin ser experta de la materia ni de absolutamente nada, os vuelvo a hablar de lactancia materna, más concretamente, de MI lactancia materna. Para no ser muy repetida os ruego que leáis las publicaciones anteriores de este mismo blog. (pincha en la frase resaltada para acceder a ellas).
El caso es que ahí estaba yo, con mi bebé recién nacido y con el "maravilloso" mundo de la maternidad aún sin explorar. Había leído mucho sobre lactancia, había visto miles de vídeos, etc, pero la realidad es que nunca estás suficientemente preparada para afrontar la lactancia materna, y mucho menos si quieres que sea exclusiva y a demanda.
La lactancia materna es esa ciencia infusa de la que todo el mundo sabe absolutamente NADA, pero aún así, nos atrevemos a dar consejos como si de grandes y destacados profesionales nos tratásemos. Con el tiempo he podido darme cuenta de que esto se aplica sobretodo a personas que no han dado el pecho o que su lactancia ha fracasado por diversos motivos, normalmente, por una mala información, consejos nada favorables o inclinarnos por las creencias de toda la vida.
Sin duda, en mi historia, creo que el motivo por el que mi lactancia fue todo un éxito es porque tuve la suerte de dar con LA PERSONA, alguien que supo hacerme ver el vaso medio lleno cuando el resto del mundo se empeñaba en vaciarlo. Detrás de esto, creo que lo más importante que debemos hacer las madres que decidimos lactar, es atiborrarnos durante los 9 meses previos a ese momento de una confianza infinita, tan infinita, que aún nos queden reservas para cuando ya creamos que es una batalla perdida. En este tema, lo más importante es repetirnos el mantra "creer es poder".
¿Por qué os digo esto? Porque debemos estar preparadas para toda la gente que va a hacernos dudar de nuestra capacidad para alimentar, y esto va a pasar todo el rato desde que nuestro bebé vea la luz. En estos casos, tener la seguridad suficiente en nosotras mismas va a hacer que nos ahorremos algún que otro dolor de cabeza o noche de desvelo innecesaria.
No os voy a engañar, la lactancia materna exclusiva y a demanda no es esa foto sonriente de madre y bebé perfectos que nos anuncian muchas veces, eso es marketing. La LME es un bebé que llora cada poco rato, es la duda de no saber si comió suficiente o la incertidumbre de saber si estará saciado; son desvelos interminables los primeros meses; es la suegra diciendo que tu leche no alimenta o tu madre que te dice que le des un biberón que se ha quedado con hambre; la LME, son temporadas cada pocos meses en las que el bebé no se suelta prácticamente nunca del pecho; son grietas y mastitis (esto no se aplica a todos los casos); son gotas de leche que se escapan a través del pezón o esa mancha en la camiseta con la que el resto del mundo se siente incómodo; pero al mismo tiempo, la LME es lo mejor que tenemos y vamos a tener para ofrecer a nuestro bebé durante toda su vida.
En mi historia personal, la LME fue todo un éxito, pero ese éxito me costó aprenderlo a base de ensayo y error, de mucho cansancio y de alguna que otra lágrima. Nunca tuve mastitis ni grietas ni ningún tipo de dolor en la succión, mi leche siempre fue suficiente y al final todo salió bien y de eso os quiero hablar hoy (en resúmen).
Como sabéis, mi primer mes como mamá fue horrible, una adaptación que parecía no tener fin, hasta que lo tuvo, y descubrí que los mitos y leyendas sobre la lactancia estaban para desmentirlos:
1. Mi leche subió a los 13 días, mientras tanto iba teniendo calostro y una primera leche que para Rubén nunca era suficiente (obvio).
2. Mi leche sí alimentaba, solo tenía que escuchar mis instintos más primarios y conectar con mi bebé, para saber qué necesitaba y cuándo, para ello, la mejor solución era que estuviese en brazos la mayor parte del tiempo posible. Cuando los bebés son muy pequeños es normal que lloren para llamar la atención de su madre, porque se sienten desprotegidos y necesitan tenerla cerca, la única forma que tienen de hacer eso es a través del contacto porque aún no ven muy bien, por eso si lo sueltas, llora (no todos los bebés hacen eso). El caso es que tenerlo en brazos ayuda y no, no se acostumbran.
3. Al tener a Rubén casi siempre encima favorecía la producción de leche, ya que el se ponía menos ansioso a la hora de agarrar el pecho (lo tenía cerca) y no se impacientaba en la succión. Por lo tanto, tener a tu bebé contigo es una gran ventaja para ambas partes.
4. Rubén lactaba de media cada hora y media y en la noche hacía dos tomas. Cuando decidimos dar el pecho no tenemos una guía que nos diga cuánta leche ingiere el bebé, por lo que hay que escucharlo. No se debe dar el pecho cada dos o tres horas y aguantarlo entre medias con agua o manzanilla, así nos estamos haciendo un flaco favor a nosotras mismas si queremos prolongar la lactancia. En mi caso, Rubén lactaba cada poco tiempo y aunque a veces era desesperante, para él era necesario.
5. Las noches. En las noches yo quería dormir, gracias a un vídeo de Carlos González, descubrí que para que yo pudiese descansar, Rubén tenía que dormir conmigo, y así fue. No, tu bebé no va a morir aplastado ni lo vas a matar (a menos que haya bebido alcohol o consumido cualquier sustancia estupefaciente) si duerme contigo, por lo que la práctica de colecho real es muy beneficiosa para los dos, tu bebé está cerca y si tiene hambre se despertará calmado porque notará tu presencia, tú, puedes dar el pecho mientras duermes porque para esa acción no necesitas estar despierta.
La realidad es que mi LME se basó en poner en práctica estos cinco puntos y a mí me funcionó bastante bien, he conseguido que la lactancia sea exclusiva y a demanda durante casi 7 meses y posteriormente, Rubén ha seguido lactando hasta los 26 meses de vida. En otra ocasión os hablaré de un destete que ya os digo que no ha sido fácil, pero tampoco imposible.
Espero que este resumen os haya servido para aclarar un poco más vuestras ideas y ya sabéis que no estáis solas, me tenéis a través de instagram o correo electrónico para desahogaros, preguntar, despotricar o comentar lo que queráis.
Sed felices.
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