Dicen que "lo importante es que la mamá y el bebé estén bien, dando igual si has tenido un mal embarazo, un trabajo de parto interminable, un mal parto o un final de cesárea, (o incluso todo a la vez), eso no importa, mientras que tú, y sobre todo el bebé estéis bien.
Y después de leer esto es donde os daréis cuenta que la empatía y comprensión por parte de la sociedad hacia esa recién estrenada mamá, dolorida por la batalla que acaba de librar donde, aunque la victoria en la mayoría de las ocasiones suele ser asegurada, el festival de hormonas y el cansancio suele ser bastante latente, y eso hace mella sobre todo en su psique, en sus instintos, en su fuero interno... Esa mujer que ves ahí tumbada, estará feliz de la vida de conocer la cara de su retoño, independientemente del proceso por el cual este haya venido al mundo, independientemente de la tortura de embarazo que haya podido tener, independientemente de muchas cosas, estará feliz; pero también estará cansada, asustada, dudosa, insegura y mil cosas más que a lo mejor yo no sentí en mis primeros minutos como madre...
Lo peor que se le puede decir a una mujer que ha parido (da igual el tiempo que pase) es que lo importante es que el bebé esté bien. ¡Claro que es importante! Pero también es importante escuchar a esa mujer a la que le ha cambiado la vida por completo, es importante que se desahogue, por oscuras y crueles que puedan ser sus palabras, es importante que se la escuche...
Vivimos en una sociedad en la que referente a la maternidad, se nos ha inculcado tanto que el fin justifica los medios, que ni siquiera nosotras mismas somos capaces de escuchar nuestros instintos como madres, ya nos veta la sociedad y por tanto, nosotras mismas nos callamos nuestros pensamientos. ¡NO! Tu proceso de parto ha podido ser traumático (como fue el mío) y eso no es secundario simplemente porque al final todo haya salido bien, porque sí, el bebé está bien, pero yo voy a recordar mi parto toda mi vida, y puede que no me guste lo que me haga sentir, y puede que necesite expresarlo. Acallar la "parte negativa" de la maternidad con un "lo importante es que ha salido bien" no ayuda, no es malo expresarnos aunque sea de forma negativa, porque cuando nos expresamos incluso podemos llegar a conocernos mejor a nosotros mismos; no es malo reconocer si tuviste un mal embarazo o un mal parto; o si tu bebé de dos semanas no para de llorar y tú sientes que el cansancio te va a matar; no es malo, es normal y natural porque eres persona, eres mujer, y aunque ya no estés embarazada, el festival de hormonas sigue por ahí con los últimos rescoldos que queda de la vida que un día llevabas en tu interior.
Bajo mi punto de vista, no es secundario lo que la madre pueda sentir de cara a su experiencia en la maternidad; no es malo ni antinatural hablar de que la maternidad no son todo unicornios y serpentinas, ni huele a nubes o algodón de azúcar; no me siento culpable de contar al mundo cómo viví mi proceso de parto, porque sí, Rubén estaba bien, pero a mi me quedaron rescoldos de esa guerra que no perdí, y esos lastres hay que soltarlos aunque al resto de la sociedad no le guste escucharlo.
Con todo esto, el mensaje en claro es que no estáis solas, que no solo vosotras pensáis que "el marketing de la maternidad" es una publicidad engañosa a toda costa, no sois menos madres por tener días malos, por pensar que algo de vuestro embarazo/parto/crianza no os gusta; ni siquiera sois malas madres por echar de menos esa libertad que ya nunca volverá. No estáis solas.
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