En España hoy se celebra el día del maestro aunque el día mundial de la docencia es el 5 de octubre.
No somos conscientes de lo importante que pueden llegar a ser estas personas en nuestra vida, tanto, que a mis 30 años, yo aún recuerdo a muchos de ellos y es que, para mí, los maestros y maestras son verdaderos "influensers" de la vida.
Ya os hablé en otra ocasión de Gregorio por un vídeo viral que llegó a mí igual que a tantos otros y que me hizo recordar "¡qué atrevida es la ignorancia!", una frase que él repetía muy a menudo y que yo, recuerdo más de lo que debería. El caso de estas letras, es que nunca tuve la oportunidad de agradecerle a él, o a tantos otros, la gran labor que hacen a diario; supongo que porque entonces no lo consideraba importante, pensaba que no significaba nada.
Resulta que la vida me puso en sus zapatos, que por un tiempo, yo fui la influenser de alguien, a mí también me llamaron "seño" y a día de hoy, muchos de los papis y mamis de mis "followers" aún me recuerdan, me mandan algún mensaje o simplemente, sé que se acuerdan de mí. Y entonces comprendí lo importantes que son los profesores en la vida de los niños, y entonces comprendí, lo importantes que habían sido para mí esas personas que habían acompañado durante 6 horas diarias, los que sin duda fueron los mejores años de mi vida.
Mi primera seño, fue la seño Reme. La seño Reme siempre iba con su bata blanca y vaqueros anchos, tenía unos enormes ojos azules y los labios rosa fuscia; además, la seño Reme tenía la paciencia necesaria para atender a un montón de satélites de tres años, y nos enseñó a leer y a escribir, y nos enseñó los números y los colores. La seño Reme siempre tenía una sonrisa enorme para todos. Ya en primaria recuerdo a la Seño Juana, la Señorita Ángeles y la Señorita Gema, ésta última me enseñó a amar la música, a entenderla, a estudiarla y en definitiva, a descubir la única y más exacta forma de expresión que soy capaz de dominar; con Don Mario descubrí que el deporte no era lo mío y que soy capaz de odiar el fútbol con cada poro de mi piel; y por supuesto, Don Pedro, el que apostó por mí y creyó en la rubia rebelde, el que sabía que era mucho más de lo que su madre le contaba, el que veía en mi, las capacidades que nadie más supo ver...
Más tarde, el instituto no fue una etapa fácil, pero sin duda es la que recuerdo con más cariño, allí ya dejé de llamar por Don o Señorita a los profesores, y se mostraban más cercanos y ya, al hablarnos como a seres más adultos, menos niños, fue donde conocí a los que hoy en día considero verdaderos influensers de vida. Los más presentes sin duda son Gregorio y Eduardo, del primero ya tenéis un post, y de Eduardo, lo único que puedo darle desde aquí, son las gracias; las gracias por haberme enseñado a pensar y a cuestionarlo absolutamente todo, las gracias por hacer de nosotros verdaderos seres independientes mentalmente; Eduardo, era mi profesor de historia en 4º de la ESO, pero Eduardo no solo daba historia, daba auténticas lecciones de vida; lecciones de vida que a día de hoy tengo presentes en alguna que otra ocasión.. Como con Eduardo, también hay un hueco en mi memoria para Andrés (Historia del Arte); Pedro (Música); Cati (Griego); Marina (filosofía) y Julito (Lengua y literatura). A todos ellos les debo un poquito de lo que soy ahora.
De la carrera en cambio me llevo pocos profesores que de verdad me transmitiesen amor por su trabajo, y eso me da mucha pena ya que nos forman para lo que queremos ser; para aquello a lo que vamos a dedicar nuestra vida. Aún así en mi mente siempre rondan dos personas que me hicieron amar de verdad el derecho penal: Ana y Juan. Este último tuve la suerte de tenerlo como profesor durante tres años de carrera y os prometo que gracias a sus clases hoy podría haberme dedicado a realizar las mejores defensas penales. Y en último lugar y no por ello menos importante, gracias a Alberto Ruiz Ortega, otra mente pensante, de esos que la gente llaman locos, de esos, que me enseñó que en el Derecho Administrativo se puede hacer carrera; ese, que tenía un montón de frases hechas, tantas como para escribir un libro, y que todas ellas permanecen anotadas en los márgenes de mis apuntes porque son verdaderas lecciones de vida.
A todos ellos, gracias, por ser mis maestros, por las enseñanzas, por vuestro trabajo y porque, a pesar de las redes sociales, los verdaderos influensers, sois vosotros.
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