El fuego comienza con una chispa y puede abarcar un mundo entero. El fuego controlado es bien, sin embargo, hoy veo mi casa arder y sin embargo, yo siento la impotencia de no poder hacer nada más que esperar, mientras que escribo estas letras, que ocurra un milagro.
El fuego no solo quema, también duele, y en este caso aunque no sea yo la que se quema, una parte de mí ya está ardiendo, se destruye.
Una pena como mi lugar preferido en el mundo se ilumina de una forma tan destructiva, como el cielo negro y estrellado que normalmente veo desde mi ventana, hoy me regala un naranja rojizo hermoso a la par que triste; una pena y rabia que me da pensar cuantos seres vivos han sido abrasados, lo serán o lo están siendo, en las doce horas que lleva mi montaña ardiendo, la que siento más mía que mi propia casa.
La impotencia de no poder hacer nada me destruye, la impotencia de saberme herida, desterrada, la impotencia de que ya, durante un tiempo, todo el paisaje será negro, y ya no habrá fotos en cabañas improvisadas, y ya las vistas desde la cima no me regalarán un manto verde que combina a la perfección con la ciudad al fondo...
La impotencia de saber que en su día podría haber hecho más, podría haber llevado una bolsa más grande para recoger la basura que otros dejan, que no pertenece allí, tal vez ha sido una botella, una lata, un rastro, lo que en conjunto con el calor abrasante de la época estival malagueña han hecho la combinación perfecta para un combustible mortal para muchos, imparable para todos los que están dedicando sus fuerzas a intentar que esta pesadilla acabe.
Hoy desde mi ventana no veo oscuridad, pues la tengo toda iluminada y no me parece más bonita la noche, hoy, desde mi ventana, le pido a la luna que la luz se apague, que me regale un halo de esperanza que salve algo de que quede allí arriba, de esa montaña que corona mi casa, de esa montaña que me vio nacer y crecer como senderista y como amante incondicional e incansable de un mundo que ya desde pequeña adoraba. Hoy mi casa arde, y en mi fuero interno, yo ardo también...
Foto: desde mi casa, hace dos horas.
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